Los abuelos de hoy en día han tomado un papel muy importante en nuestra sociedad. Atrás quedaron los días en los que íbamos a visitarlos en vacaciones o a comer a su casa los domingos. Actualmente, los abuelos forman parte del día a día en las familias que han cambiado su modelo educacional.
Ahora, la mayor parte de padres y madres trabaja fuera de casa y se tiene que ceñir a unos horarios laborales muy amplios.
En nuestro país es muy difícil conciliar la vida laboral con la familiar, por lo tanto, los padres y madres tienen que buscar alternativas para que sus hijos estén cuidados y acompañados en todo momento, teniendo que delegar esos tiempos en terceras personas en muchos de los casos. Y esas terceras personas suelen ser los abuelos. Cada vez vemos a más abuelos recogiendo a sus nietos a la salida del colegio, entre otros motivos, porque, como padres, confiamos plenamente en ellos y sabemos que los van a tratar como si fueran sus propios hijos.
Para muchos abuelos, el cuidar de sus nietos es un papel revitalizante, ya que sus hijos les confían sus tesoros más preciados y, de este modo, se sienten útiles para la familia. De esta manera, los abuelos se sienten más queridos, respetados y arropados por sus nietos, pudiendo participar en la educación de los suyos. El cariño que les ofrecen a estos niños es inmenso, además, sin esperar nada a cambio. Son personas clave que ayudan a desarrollar las emociones de los niños, ofreciéndoles vivencias de su pasado y aportando experiencias que les sirven de ejemplo.
Se relacionan a través del juego, enseñan a sus nietos la sabiduría popular, consiguiendo alimentar y enriquecer su imaginación, con las costumbres “de toda la vida”. También permiten a los niños encontrar el arraigo familiar del que proceden y el sentido de pertenencia.
Nuestros mayores están acostumbrados a estar al aire libre, lo que propicia un ambiente idóneo para que los niños desarrollen sus juegos, donde no hay prisas ni estrés, ya que sus abuelitos suelen disponer de mucho tiempo libre que dedicarles.
Los abuelos, a veces, suelen tener un carácter demasiado permisivo, puesto que toman otra dimensión distinta a la de los padres a la hora de educar a sus nietos, y les suelen consentir y mimar algo más, aunque a veces sólo se trate de repartir cariño entre los más pequeños de la casa. También suelen tomar el papel de mediadores entre padres e hijos, siendo los árbitros más neutrales que puedan existir.
Para que no haya complicaciones ni discusiones, es preciso que, tanto padres como abuelos, tengan claro el rol de cada uno dentro de la familia. Los encargados de educar a sus hijos, siempre serán los padres. Los abuelos también deben educarlos pero, a su manera y con un cariño muy especial que sólo ellos saben transmitir.
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